11.1.11

Fragmento del libro de Ana Laura Lusnich y Pablo piedras. “Una historia del cine político y social en Argentina (1896-1969)”

La reflexión creciente sobre el lugar que ocupan los cineastas, las películas y los espectadores en el medio cultural.

La discusión acerca de un “cine de espectáculo” o un “cine de expresión”(términos que veladamente oponían un cine de entretenimiento a un cine de reflexión, o un cine destinado a los sectores populares frente a otro diseñado para los sectores cultos), estallo en los primeros años de la década del sesenta, momento en el cual se enfrentaron concepciones diferentes sobre el medio y el rol de los creadores implicados.

(…)

En 1962 la revista Panorámica del Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral, publicó una entrevista colectiva en la que participaron Ernesto Arancibia, Mario Soffici (dos directores emblemáticos del cine clásico argentino), Leopoldo Torre Nilsson, Fernando Ayala, David Kohon, Rodolfo Kuhn y Manuel Antín (representantes de las nuevas ideas y direcciones que asumiría nuestro cine desde mediados de los años cincuenta).

(…) Torre Nilsson, de forma provocativa y presentándose como uno de los voceros de la desarticulación del modelo clásico y del cine institucional, contrapuso el cine de expresión al cine de espectáculo, haciendo extensivas estas denominaciones a un tipo de crítica y a un tipo de espectador. Cuando Nilsson proclamaba: “El cine de espectáculo requiere del crítico una fundón meramente informativa; el otro puede no necesitar de la crítica (…) pero si pude exigir de ella cierta profundidad de análisis, capacidad polémica, compromiso en suma. (Panorámica Nro 3, 1962), delimitaba con sus acciones una línea divisoria entre dos formas de hacer cine, la que privilegia la participación de críticos y espectadores culturalmente formados (el nuevo cine que se genera desde mediados de la década del cincuenta) otra que se orienta a los sectores populares, que en su mayoría, evitan las polémicas y las críticas (el viejo cine, gestado en los estudios, en palabras de Nilsson).

Frente a estos planteos, Mario Soficci ofreció una visión alternativa en la cual reaparecían con fuerza las reflexiones que asociaban el medio cinematográfico y sus alcances en la esfera pública a la propuesta de un espectáculo o pieza cultural que reuniera dos valores (el entretenimiento y la formación general del público) y se encauzara de acuerdo con el canon de la obra bien hecha y de calidad. Soffici respondía a Nilsson:

¿No piensa Torre Nilsson que una distinción tan tajante como la que usted formula puede fomentar la creación de bandos opuestos en el cine nacional?(…) A lo sumo entiendo que debe distinguirse entre un buen cine y un mal cine. Mi aspiración personal sería realizar Films que entretuviesen y que además, fuesen válidos, profundos” (…) “Pienso que ahora los críticos tienen prevenciones contra los films realizados prolijamente. Pareciera que escribir sin signos de puntuación fuese el único norte para las obras nuevas. Pero no creo que esa renovación deba producirse en un solo sentido (ídem).

(…)

Recordemos aquellas ideas vertidas por Soffici y recopiladas por Mario Grinberg, que creemos sintetizan la concepción de la idea ascendente de compromiso con el medio local y con la región latinoamericana tal como la comprendieron los realizadores en los años cuarenta y cincuenta:

En el cine Argentino hemos llegado al momento de dar contenido y que las películas no sean solamente forma, imagen fotográfica, movimientos de cámara y música. El cine Argentino se salvara con contenido y personalidad. Es la voz de orden (…) Si la gran masa es indolente, tratemos de vencerla, de convertirla a nuestras inquietudes mas altas y mejores. El secreto esta en adivinar sus buenas inclinaciones. No carece totalmente de ellas. Trabajemos concientes de nuestra responsabilidad, buscando transmitir lo mejor que hay en nosotros mismos. (Grinberg, 1993: 12-13)

(…)

Otro de los temas que adquiere visibilidad en los años sesenta y setenta es la reflexión (y la polémica) sobre un cine de espectáculo y un cine de expresión o reflexión. Este tema que en 1962 enfrenta a Mario Soffici y Leopoldo Torre Nilsson de forma aún cordial, se transforma inmediatamente en uno de los puntos acuciantes en las reflexiones y teorías gestadas por Fernando Birri y el grupo Cine Liberación.

Fragmento del libro de Ana Laura Lusnich y Pablo piedras. “Una historia del cine político y social en Argentina (1896-1969)”

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